Igual que el poeta que decide trabajar en un banco sería posible que yo en el peor de los casos le hiciera una llave de judo a mi pobre corazón haciendo que firme llorando esta declaración:
Me callo porque ha ganado la razón al corazón.
Pero pase lo que pase, y aunque otro me acompañe, en silencio te querré tan sólo a tí.
Igual que el mendigo cree que el cine es un escaparate, igual que una flor resignada decora un despacho elegante.
Prometo llamarle amor mío al primero que no me haga daño y reir será un lujo que olvide cuando te haya olvidado.
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